En la contrafachada de la Basílica de Santa Maria Assunta de Torcello podemos observar el maravilloso mosaico véneto-bizantino del Juicio Universal.
El mosaico, datado entre los siglos XI y XII, representa el Juicio Final. Está situado a la salida del templo, pues servía de recordatorio a los fieles de lo que les esperaba al final de los tiempos. La escena está dividida en seis franjas y en ella se resume la muerte y resurrección de Jesucristo y la culminación con el Juicio Final.
Cristo Crucificado entre la Virgen y San Juan
De arriba a abajo, en la franja superior, con forma triangular provocada por la cubierta a dos aguas, aparece la Crucifixión, con Cristo en la cruz flanqueado por la Virgen María, a la derecha, y san Juan Evangelista a la izquierda, con la mano en el rostro en expresión de lamento por la muerte del Señor.
Anástasis: La Resurrección de Cristo
A continuación se representa el descenso de Cristo a los Infiernos, su victoria redentora sobre la muerte y la salvación de la humanidad afectada por el pecado original. Cristo, después de muerto, descendió al infierno de los justos, donde aguardaban la resurrección los no bautizados, para vencer a la muerte y llevarlos consigo. El acontecimiento tuvo lugar antes de la Resurrección del cuerpo de Jesucristo que tiene lugar al tercer día de la crucifixión.
En el mosaico se representa a Cristo Victorioso de gran tamaño sosteniendo una cruz en su mano izquierda mientras pisotea al demonio. A sus pies, las puertas del infierno rotas con sus llaves por el suelo. A la derecha, San Juan Bautista le señala como el Salvador. A la izquierda, Cristo toma de la mano a Adán, mientras Eva le suplica, para sacarlos del Limbo y llevárselos consigo al Juicio Final. Junto Adán y Eva aparecen David y Salomón, prefiguraciones de Cristo en el Antiguo Testamento y alegorías de la realeza y la sabiduría. A la espalda de San Juan Bautista se sitúan los profetas, los que revelaron que Cristo era el último de ellos. Otras almas esperan ser rescatadas de las estancias infernales. En los extremos aparecen en un tamaño desproporcionado, los arcángeles Miguel y Gabriel vestidos como mensajeros imperiales de Bizancio.
El Limbo, donde permanecían Adán y Eva, es el lugar temporal donde estaban las almas de los creyentes cristianos que murieron antes de la Resurrección de Cristo y el lugar permanente de los no bautizados que mueren a corta edad sin haber cometido pecado, pero que no han sido librados del pecado original por el bautismo.
Cristo en Gloria con la Virgen y los 12 Apóstoles
En la tercera franja del mosaico se representa a Cristo en Majestad, símbolo de su naturaleza divina, mostrando las heridas de la Pasión y flanqueado por la Virgen y otra vez por San Juan Bautista. Los apóstoles y los ángeles se distribuyen en horizontal por todo el espacio.
La llamada al Juicio Final y resurrección de los muertos
En la siguiente franja aparece un trono vacío, representación simbólica de la espera de la venida de Cristo. Junto al trono, una cruz con la corona de espinas, una lanza y un palo con la esponja, instrumentos de la Pasión. Sobre el paño del trono, el libro cerrado por los sellos que se abrirán en el Juicio Final. Dos serafines y dos arcángeles guardan el trono, mientras vemos a sus pies a Adán y Eva arrodillados en actitud de adoración. A los lados, los ángeles anuncian la llegada del Juicio Final haciendo tocar sus trompetas para despertar a los muertos de su largo letargo. Mientras, en los extremos, los muertos van saliendo de la tierra, representada mediante animales terrestres, o del mar, representado por peces y seres marinos. A la derecha del trono vemos un ángel más, que está enrollando el cielo estrellado, señal de que el Universo ha llegado a su fin.
El Juicio Final: Elegidos y condenados
Las dos últimas secciones muestran el Juicio Final en sí. Justo encima de la puerta, el arcángel San Miguel está pesando las almas para conocer su grado de bondad mientras los demonios intentan hacer trampas para inclinar la balanza a su favor. Los salvados, vestidos para preservar su honorabilidad, están a la izquierda divididos en cuatro grupos: eclesiásticos, mártires, monjes y mujeres piadosas. A la derecha vemos a dos ángeles que empujan a los condenados para entregarlos al fuego eterno, donde los espera un aterrador personaje de cabellos blancos, Satanás, con el Anticristo en su regazo. Los ángeles caídos les infringen todo tipo de torturas mientras los empujan hacia el demonio.
Cielo e Infierno
En la sección más abajo, a la izquierda, en medio de un exuberante jardín, se representa las puertas del Cielo custodiadas por un querubín. A la derecha, San Pedro con las llaves del Cielo y al arcángel San Miguel en su tarea de acompañar a las almas al más allá. A la izquierda, el buen ladrón, que alcanza el Paraíso tras el arrepentimiento. Más hacia la izquierda, a la Virgen como intercesora ante su Hijo y a Abraham rodeado de almas ya salvadas.
A la derecha de la franja más baja tenemos a los condenados, desnudos, representando los siete pecados capitales. La lujuria, con hombres rodeados de llamas hasta la cintura, la gula, con hombres mordiéndose las manos, la ira, con hombres hundiéndose en aguas heladas para apaciguar su rabia, la soberbia, la envidia, con calaveras de las que salen serpientes, la avaricia, en las que de entre las llamas asoman las cabezas enjoyadas, y la pereza, representada mediante esqueletos desmembrados.
Tímpano: La Virgen María en actitud orante
El tímpano de la puerta muestra a la Virgen María en actitud orante, en actitud de interceder por los hombres ante el Cristo Juez.